Erase una vez una niña que dormía bajo un gran árbol y tuvo un sueño que la condujo a un mundo donde la lógica humana pareciera no tener cabida, un viaje que todos hacemos cada vez que soñamos (o cuando tenemos pesadillas), cuando exploramos la realidad contenida en la imaginación (o en los temores).
En este espacio podemos ver lo que queremos ver, también podemos ver lo que anhelamos o lo que rechazamos de nosotros mismos. Allí se suceden los ciclos del tiempo sin orden racional, en ese momento reiteramos nuestras frustraciones, nos encontramos una y otra vez con lo que no hemos resuelto, ahí queremos que el destino o el azar nos resuelvan la vida.
Si nos detenemos a reflexionar en ello, podemos descubrir la secuencia que están siguiendo nuestros actos, las fantasías en que nos gustaría sumergirnos, y también poder recuperar el poder de las palabras para declarar nuestras ideas como queremos en nuestro cotidiano vivir, sin que la vida nos lleve, sin abandonar nuestra propia identidad y voluntad.
¿Nunca has temido despertar y ver que haz cambiado?
Mabelle
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